martes, 17 de noviembre de 2009

La Espada Rota

En una tierra en la que el reino de Faerie existe en una dimensión paralela a la del mundo de los hombres, Skafloc, el ahijado de los elfos, habrá de liberar la terrible maldición que pesa sobre Tyrfing, la poderosa espada rúnica que rompió Thor y que ahora vuelve a ser necesaria para salvar a los elfos en su guerra contra los trolls. Pero Skafloc también habrá de enfrentarse a su propia sombre: Valgard, que ha ocupado su lugar en el mundo de los hombres.


La vespertina atmósfera otoñal es proclive, en quórum sentimental, a la exacerbada melancolía, la dolorida soledad y insondable tristeza que el psique asocia con nuestra hipotética y sobrenatural alma. Es una cuestión meramente antropológica, si se ha de indagar por una argumentación racional, mas no debería hacerlo, puesto que sería una falta de respeto absoluta hacia aquellos que fundamentan su lacrimógena inspiración durante el equinoccio y un otrora contrasentido, pues yo mismo, en mi mohíno devenir, también he abrazado la hojarasca caída del pálido paisaje y la ambarina atmósfera del atardecer para dotar a mis pensamientos y reflexiones de esta fase estacional de nostálgica percepción.


De este modo, tras una velado juicio hacia las turbaciones que en un pasado para nada remoto o lejano sentía y no añoro, me decantaré por reseñar sucintamente sobre una obra de primigenia fantasía, piedra angular de muchas otras posteriores, que ha sido zaherida y menospreciada por las décadas ulteriores a su publicación, inocuamente por supuesto y que, a su vez, se ha proyectado en mi mente tras una copiosa comida y una sorpresiva ensoñación en un confortable diván que no siempre está preparado para los devaneos de un lunático, que incluso también sirve para descansar.

Y es que, ni siquiera en mis sueños crepusculares, hay lugar para la nostalgia, pues mi interior está alborotado por otra clase de sentimientos vinculados al amor, la pasión, la impetuosidad, la paciencia, la dedicación, el sacrificio, el recuerdo y la compensación, sólo faltaría el infortunio y la tragedia para confluir en todos los elementos de esta obra de Poul Anderson, que comenté en otro lugar y con otro pseudónimo, y que ahora recojo para mostrar por estos lares, cuyo nombre es...



La Espada Rota es, quizá, una de las novelas más infravaloradas e injustamente olvidadas que existe. Su mayor problema fue el año de su publicación, que fue 1954, precisamente el mismo en el que un filólogo sudafricano, conocido como Juanito Tolkien, sorprendía al mundo con su Comunidad del Anillo. Y, éste, desgraciadamente, ha sido un lastre que ha ido arrastrando esta novela hasta la actualidad.



No obstante, es un libro que sobrevivió a las eras, mal editado (concretamente, por la desaparecida y arcaica editorial Ultima Thule, que tiene más años que la rueda pulimentada) y en un vetusto rincón de la biblioteca, esperando a que alguien le diera una oportunidad, cuando se llevaba décadas idolatrando la obra de Tolkien. Y yo lo tomé prestado durante unos días, me sumergí en Faerie y supe que estaba ante una de las obras más importantes de la Fantasía, por la notoria influencia que había ejercido hacia muchas otras novelas posteriores .

El planteamiento es sencillo, en el que se juega con la dicotomía de dos mundos, el nuestro y Faerie, el de los elfos, trolls, hadas, brujas, hechiceros y duendes, que conviven en relativa armonía, pero por la sencilla razón de que el primero de esos mundos ignora la existencia del segundo. Pero esos mundos pueden llegar a entrar en contacto, sobre todo cuando se secuestran a seres humanos para que sean criados entre los elfos mientras se producen vengativas conspiraciones brujeriles para que todo termine saliendo terriblemente mal...


Al igual que El Señor de los Anillos, incluso más que éste, recoge gran parte de la tradición y mitología nórdica, céltica y sajona, y la plasma en un contexto fantástico de manera brillante y eficiente. El brillante reino de Alfheim, hogar de los elfos, las oscuras y brutales tierras de Trollheim, cubil de los trolls y el misticismo de los Tuatha De Dannan irlandeses, los duendes y hadas, que están en su eterno conflicto por la hegemonía de Faerie. Todo ello, bajo la atenta mirada de los Aesir, los Dioses Vikingos, que también aparecen en el libro, junto con sus ancestrales enemigos, los Jotun, los Gigantes.


El estilo es mucho más cruento que el de Tolkien, con pasajes desgarradores, tortuosos, violentos, brutales y trágicos, como toda buena saga de literatura escandinava, pero con ese sustrato fantástico, que se percibe en la magia, las emociones, la determinación, la valentía y la épica que está presente en toda la obra. Los personajes están muy bien definidos, donde Skafloc representa el arquetipo de héroe y, como antítesis, está su gemelo, Valgard, que se erige como un personaje atormentado, cruel y malvado.

En líneas generales, es un libro que se deja leer muy bien, que te atrapa a medida que devoras sus páginas y, además, que trata con rigor y acierto la tradición nórdica y céltica, por lo que cualquier amante de lo vikingo, lo celta o lo germano, disfrutará por añadido con este libro (os lo dice un estudiante de Historia que se ha tragado con patatas todas las Eddas).

En definitiva, una obra que sentó cátedra y que vinculó a muchos otros autores, pero que ha pasado inmerecidamente desapercibida. Altamente recomendable para aquellos cuyos sueños no se circunscriben sólo al ámbito nocturno y onírico.

1 comentario:

  1. Si tu lo recomiendas seguro que es bueno, apuntalo en nuestra lista ;) se nos acumulan xD

    Besitos.

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