domingo, 26 de junio de 2011

Los Cantos de Hyperion

Tienen los locos sueños donde traman
elíseos de una secta. Y el salvaje
vislumbra desde el sueño más profundo
lo celestial. Es lástima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran.
Pues sólo la Poesía dice el sueño,
con hermosas palabras salvar puede
a la Imaginación del negro encanto
y el mudo sortilegio. ¿Quién que vive
dirá: "no eres poeta si no escribes
tus sueños"? Pues todo aquel que tenga alma
tendrá también visiones y hablará
de ellas si en su lengua es bien criado.
Si el sueño que propongo lo es de un loco
o un poeta tan sólo se sabrá
cuando mi mano repose en la tumba.

John Keats - La caída de Hyperion (un sueño)


Son insondables los sueños humanos, siendo la única materia que nos permite viajar lejos, más allá de las ataduras de los sentidos que nos atenazan inmisericordemente en el mundo de la pretendida razón y el lógico hermetismo. Pero de la misma manera que el poeta romántico John Keats profundizó con su lírica en terrenos distantes allá por el siglo XIX, Dan Simmons hizo lo propio con la magna obra de Ciencia Ficción, Los Cantos de Hyperion, a finales del XX. Concebida como tetralogía, me centraré en las dos primeras novelas de esta fundamental saga espacial: Hyperion y La Caída de Hyperion, ya que pueden considerarse autoconclusivas. Si alguien desea proseguir con la lectura, tendrá que hacerlo con Endymion y El Ascenso de Endymion.

La trama se ubica en un visionario futuro, entorno al siglo XXVIII, en el que la denominada Hegemonía del Hombre, organismo por el que se articula la Humanidad, se ha expandido por el universo, confluyendo en una Red de Mundos, tras el desastre del Equipo de Kiev, que provocó la destrucción de nuestro planeta de origen, la Tierra. En este original marco, nos encontramos con el TecnoNúcleo, una entidad pensante evolucionada a partir de las Inteligencias Artificiales generadas por el propio ser humano, que ha legado a sus creadores una serie de tecnologías de Teleyectores para recorrer distancias a través de una inmediata teleportación material. Por supuesto, todo ello aderezado con elementos relacionados con los viajes espaciales sublumínicos, la colonización por destructiva terraformación de planetas, las intrigas políticas subyacentes a una descomunal administración, el acceso neuronal directo a la información en forma de Esfera de Datos, la batalla planetaria contra una raza humana evolucionada autárquicamente conocida como Éxter y las mareas antitrópicas que desafían las leyes temporales.

Planteado el contexto, es probable que haya transmitido la idea de que no sea una obra destinada precisamente para neófitos en la Ciencia Ficción, pero nada más alejado de lo real, puesto que la grandeza de Los Cantos de Hyperion reside en el trasfondo de sus personajes, en el trascendental viaje que realizan y las interrelaciones durante su travesía, donde encontramos un emocionante relato colmado por un magistral ramillete de géneros tales como Romance, Fantasía, Terror, Aventura, Drama, Política, Teología, Metafísica y Novela Negra. Una alegoría absoluta hacia la Literatura, personificada en la figura de John Keats, al cual se reverencia claramente en diversos pasajes de la obra. Para quien sea profano en poesía romántica inglesa, Keats fue uno de los grandes autores del periodo, siendo equiparable, en mis quijotescas tierras, a Gustavo Adolfo Bécquer. Es por ello que puedo afirmar, siempre bajo el amparo de mi subjetiva opinión, pero extendiéndola como franca recomendación, que se trata de una serie de novelas que contentarían a cualquier lector con mínimas inquietudes intelectuales y carente de prejuicios hacia la utopía.

En cuanto a estructura, como he dicho al principio, se divide en dos tomos, siendo el primero Hyperion, el cual está constituído como una narración en la que el hilo conductor es el misterioso viaje de siete peregrinos, a priori diversos entre sí, que se dirigen hacia el planeta Hyperion Su destino es un enigmático lugar conocido como Tumbas de Tiempo, custodiado por una legendaria criatura, una némesis terrible que evoca al Apocalipsis, a la que se le da el nombre de Alcaudón o Señor del Dolor, que hasta dispone de un culto que le venera: La Iglesia de la Expiación Final". Siguiendo la narrativa de Los Cuentos de Canterbury, dicho viaje no es más que un interludio de las historias de cada uno de los protagonistas: El Cónsul, un burócrata de la Hegemonía del Hombre; Martin Silenus, excéntrico poeta que ha extendido su vida mediante tratamientos Poulsen; Lenar Hoyt, de los pocos sacerdotes católicos que restan en la Red de Mundos; Fedmahn Kassad, veterano militar de una milicia planetaria llamada FUERZA y de vilipendiada reputación; Sol Weintraub, quien viaja con su hija, aquejada del denominado Mal de Merlín, que la hace rejuvenecer en lugar de envejecer; Brawne Lamia, la única representante femenina, detective privado en un degenerado planeta; y Het Masteen, perteneciente a una casta ideológica que aboga por la exaltación de la ecología. En estas narraciones, apasionadas, trágicas, filosóficas, terroríficas o inquietantes, confluye cada género, como si se tratara de una obra coral donde hay cabida para cualquier influencia. Por lo que a mí respecta, en este libro se roza la excelencia literaria.

Por otra parte, tenemos La Caída de Hyperion, el segundo de los tomos, en el que Simmons retoma la trama desde el lugar en el que quedó suspendida, cuando los siete peregrinos llegan a las Tumbas de Tiempo. Esta novela adolece de muchas de las características de la anterior, ya que no se centra en personajes, sino en el contexto que los rodea, haciendo que todo adquiera una inmensa magnitud dentro de los propios acontecimientos. Hay un juego constante con las fluctuaciones temporales, la acción trepidante, el terror que sugiere la constante amenaza del Alcaudón, la intriga política, la batalla espacial y la filosofía robótica, pues en esta novela, el TecnoNúcleo y su personificación material, los Cíbridos, se erigen como protagonistas, junto con los políticos de la Hegemonía del Hombre, donde destaca la Funcionaria Ejecutiva Máxima, Meina Gladstone. A su vez, la Civilización Éxter, que habita más allá de la Red de Mundos, prosigue con su invasión hasta que se desencadenan todos los sucesos, en un clímax final difícilmente equiparable por otros autores.

A modo de culminación, tras haber luchado durante mi farragosa disertación por no incurrir en ningún dato revelador de la saga, he de decir que se trata de una de las lecturas más apasionantes que he disfrutado en mi vida, incluso pudiendo decir que ha cambiado, en ciertos aspectos, mi manera de pensar y considerar situaciones propias y cotidianas.


Y es que, cuando lees un libro, aunque trate la más inverosímil de las ficciones, tu alma se impregna de cada una de sus palabras si éstas te invitan a soñar con vivencias únicas.

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