lunes, 19 de diciembre de 2011

Draconian

Cuando los amantes lloran



Cuando una sinfonía que rezuma el romanticismo más elemental y profundo, acicalada con ese envolvente sentimiento melancólico al que alude una voz de diáfana pureza y suave trascendentalidad se le une el desgarrador alarido de un corazón moribundo que ansía lo deseado, reclama lo desposeído y llora lo perdido, profiriendo un terrible lamento que nubla el entendimiento y marchita el alma, tenemos la lírica de Draconian.


Nunca hubo duda, pero el que la poseyera, tendrá que comenzar a desacreditarla y despreciarla, de que en Escandinavia, concretamente en Suecia en este caso, la pasión es menos intensa que en otras latitudes, quizá por su climatología, tal vez por el carácter de sus gentes. Pero no es así, especialmente cuando tus sentidos son invadidos por el sincretismo musical de esta banda, que conjuga armoniosamente dos géneros que podrían estar perfectamente enamorados entre sí, pues su complicidad y su concupiscencia al enlazarse en musicalidad es cualitativamente abrumadora: se trata de la delicada elegancia y el oscuro romanticismo del Gothic Metal junto a la opresiva densidad y el funesto apasionamiento del Doom Metal. Incluso, si se trata de etiquetar malsana y absurdamente, podríamos incluso englobarlos dentro de ese subgénero que algunos puntillosos han querido denominar Beauty & the Beast, cuyos pioneros fueron los legendarios Theatre of Tragedy, que dejaron una tortuoso sendero que muchos otros, desde entonces y hasta la actualidad, se han aventurado a seguir.


Amor y odio, sosiego y ansiedad, suavidad y crudeza, claridad y oscuridad, son elementos que se precipitan en cada uno de los discos y canciones del grupo, como si se tratara de uno de los exponentes del paradigmático Sturm und Drang alemán, pero contemporáneo a nuestros días y expuesto a la miríada de influencias de toda índole que la música absorbe como una insaciable esponja de mar. Es por esta razón, precisamente, por la que Draconian puede plasmar esenciales sentimientos y las más primordiales emociones en una misma canción.


Desde que comenzaron su carrera bajo este nombre, editando sus primeras demos, allá por 1994, han ido escalando en el género alentados por esa necesidad de mostrar que el gélido abrigo que les rodea es meramente atmosférico, y que con arrebato y poesía pueden deshacer cualquier superficie helada, aunque ésta escarche el corazón. Temas como Seasons Apart, The Cry of Silence, Silent Winter, The Solitude, Earthbound, A Scenery of Loss, The Gothic Embrace, Forever my Queen o la hermosa Akherousia son evidentes plasmaciones de lo que la música puede emanar, cuando es manipulada por manos expertas y dedicadas.

Su último disco, datado en 2011, A Rose for the Apocalypse, puede que el mejor hasta la fecha de su discografía, junto con Turning Season Within, es la culminación de esta progresión lírica, perdiendo velocidad y contundencia pero ganando en oscuridad y profundidad, en la que los protagonistas son la exquisita composición, la cuidad producción y, por encima de todo, esos deliciosos duetos entre los dos vocalistas, que son el alma de este grupo, y que interpelen magistralmente a la desolación, la tragedia, la aflicción y el amor eterno. Además, y como gusto personal, han agregado una serie de elementos instrumentales progresivos, en clara influencia con sus paisanos Opeth o Katatonia, que han terminado por convencerme para afirmar, sin reparo, que es uno de mis grupos predilectos.



Más no he de agregar, pues mucho he comentado, cuando lo que principalmente debería hablar es su música... una música que todavía no he tenido la oportunidad de saborear en vivo, pero que pronto haré, ahora que tengo a alguien con quién vivirla, sentirla y soñarla como se merece...

Cuando los amantes lloran... es porque amor es lo que padecen.

DISCOGRAFÍA

Where Lovers Mourn (2003)
Arcane Rain Fell (2005)
The Burning Halo (2006)
Turning Season Within (2008)
A Rose for the Apocalypse (2011)

MIEMBROS

Lisa Johannson: vocalista femenina de voces limpias
Anders Jacobsson: vocalista masculino de growls o voces guturales y principal compositor de la banda
John Ericsson: guitarrista
Daniel Arvdisson: guitarrista
Jerry Torstensson: batería
Fredrik Johansson: bajo
Elena Andersson: teclado

VIDEOTECA

DRACONIAN - AKHEROUSIA
(Where Lovers Mourn)


DRACONIAN - THE SOLITUDE
(Where Lovers Mourn)


DRACONIAN - SHE DIES (The Burning Halo)


DRACONIAN - SEASONS APART (Turning Season Within)


DRACONIAN - THE LAST HOUR OF ANCIENT SUNLIGHT (A Rose for the Apocalypse)

miércoles, 6 de julio de 2011

Cisne Negro

"Lo sentí, fue perfecto. Fui perfecta."


La vida de Nina (Natalie Portman), está absolutamente centrada en su vocación, su pasión: la danza. Perteneciente a una compañía de ballet de Nueva York, todo se precipita cuando se aproxima la representación más importante del año. La rivalidad con Lily (Mila Kunis), otra de las bailarinas; la relación con su controladora madre (Barbara Hershey); y la exigencia hasta los límites de la extenuación a la que le somete el director de la obra (Vincent Cassel), provocan en ella una vorágine de emociones, que destruyen la fragilidad de su "Cisne Blanco", para arrojarla hasta el delirio de su "Cisne Negro".

La búsqueda de la perfección es uno de esos sueños imposibles que algunos seres humanos aspiran a alcanzar, a pesar de la incapacidad que ello conlleva. Cuando esa pretensión se convierte en obsesión, la exigencia a la que sometemos nuestro cuerpo o nuestra mente, o en este caso, ambos, termina socavando la salud física y psicológica, hasta llegar a un estado en el que esta perfección puede conducirnos a desenmascarar las debilidades humanas.

Darren Aronofsky, director de Réquiem por un sueño, Pi o La fuente de la vida, ha buscado con esta nueva película arrastrarnos hacia esa pesadilla en la que se sumerge Nina, la bailarina interpretada brillantemente por Natalie Portman, cuya dedicación por la danza es tan rotunda, que la consecución del papel protagonista en la obra El Lago de los Cisnes"se convierte en la única motivación de su vida. Esta pasión por su profesión, está lastrada por un carácter frágil, aparentemente provocado por esa obstinación por el baile y la influencia de su madre, una frustrada bailarina.

Con este planteamiento, la trama comienza a centrarse en la consecución de la liberación de Nina, que ha de dividir su propia alma para lograr el papel protagonista, en el que debe interpretar tanto al cisne blanco, como al cisne negro. La dualidad entre el cisne blanco, elegante y cándido; y el cisne negro, apasionado y sensual, es la causa principal para que el film se convierta, progresivamente, en un camino hacia la perfección, atravesando la alucinación, el delirio y la fatalidad.

En este punto cuando comienza el inicio de la transformación, suscitada por las insinuaciones sexuales del director de la compañía, que intenta extraer la arrebatada improvisación del cisne negro del interior de la sobriedad técnica del cisne blanco que encarna en un principio Nina y la paranoia a la que ella misma se condena, canalizada a través de la competitividad con otra de las bailarinas de la compañía.

Por lo que a mí respecta, lo verdaderamente encomiable es haber logrado que un argumento que podría haberse reducido a una aspiración por alcanzar una meta, repleta de trabas y inconvenientes, se transforme en un estallido de emociones liberadas, al son de un Tchaikovsky reinterpretado magistralmente por Clint Mansell. Las coreografías, a pesar de no ser un experto en la materia, están bien integradas en el desarrollo de la película, transmitiendo sensaciones a medida que éstas se recrean o intensifican, mediante planos bruscos o estáticos de la cámara. El vestuario es una pista más para el espectador, puesto que se alternan los tonos níveos y suaves para remarcar cuando la personalidad del cisne blanco está presente en Nina, pero a medida que el cisne negro vence la batalla, se impone una estética provocativa, de tonos oscuros. Todo ello para que la atmósfera de desasosiego, incluso de terror, se acentúe todavía más.


En definitiva, un bello y trágico regalo para los sentidos, que estremecerá nuestra alma en cada fotograma de esta obra de arte y nos convencerá de que buscar la perfección es una locura.



Una entusiasmante locura.

domingo, 26 de junio de 2011

Los Cantos de Hyperion

Tienen los locos sueños donde traman
elíseos de una secta. Y el salvaje
vislumbra desde el sueño más profundo
lo celestial. Es lástima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran.
Pues sólo la Poesía dice el sueño,
con hermosas palabras salvar puede
a la Imaginación del negro encanto
y el mudo sortilegio. ¿Quién que vive
dirá: "no eres poeta si no escribes
tus sueños"? Pues todo aquel que tenga alma
tendrá también visiones y hablará
de ellas si en su lengua es bien criado.
Si el sueño que propongo lo es de un loco
o un poeta tan sólo se sabrá
cuando mi mano repose en la tumba.

John Keats - La caída de Hyperion (un sueño)


Son insondables los sueños humanos, siendo la única materia que nos permite viajar lejos, más allá de las ataduras de los sentidos que nos atenazan inmisericordemente en el mundo de la pretendida razón y el lógico hermetismo. Pero de la misma manera que el poeta romántico John Keats profundizó con su lírica en terrenos distantes allá por el siglo XIX, Dan Simmons hizo lo propio con la magna obra de Ciencia Ficción, Los Cantos de Hyperion, a finales del XX. Concebida como tetralogía, me centraré en las dos primeras novelas de esta fundamental saga espacial: Hyperion y La Caída de Hyperion, ya que pueden considerarse autoconclusivas. Si alguien desea proseguir con la lectura, tendrá que hacerlo con Endymion y El Ascenso de Endymion.

La trama se ubica en un visionario futuro, entorno al siglo XXVIII, en el que la denominada Hegemonía del Hombre, organismo por el que se articula la Humanidad, se ha expandido por el universo, confluyendo en una Red de Mundos, tras el desastre del Equipo de Kiev, que provocó la destrucción de nuestro planeta de origen, la Tierra. En este original marco, nos encontramos con el TecnoNúcleo, una entidad pensante evolucionada a partir de las Inteligencias Artificiales generadas por el propio ser humano, que ha legado a sus creadores una serie de tecnologías de Teleyectores para recorrer distancias a través de una inmediata teleportación material. Por supuesto, todo ello aderezado con elementos relacionados con los viajes espaciales sublumínicos, la colonización por destructiva terraformación de planetas, las intrigas políticas subyacentes a una descomunal administración, el acceso neuronal directo a la información en forma de Esfera de Datos, la batalla planetaria contra una raza humana evolucionada autárquicamente conocida como Éxter y las mareas antitrópicas que desafían las leyes temporales.

Planteado el contexto, es probable que haya transmitido la idea de que no sea una obra destinada precisamente para neófitos en la Ciencia Ficción, pero nada más alejado de lo real, puesto que la grandeza de Los Cantos de Hyperion reside en el trasfondo de sus personajes, en el trascendental viaje que realizan y las interrelaciones durante su travesía, donde encontramos un emocionante relato colmado por un magistral ramillete de géneros tales como Romance, Fantasía, Terror, Aventura, Drama, Política, Teología, Metafísica y Novela Negra. Una alegoría absoluta hacia la Literatura, personificada en la figura de John Keats, al cual se reverencia claramente en diversos pasajes de la obra. Para quien sea profano en poesía romántica inglesa, Keats fue uno de los grandes autores del periodo, siendo equiparable, en mis quijotescas tierras, a Gustavo Adolfo Bécquer. Es por ello que puedo afirmar, siempre bajo el amparo de mi subjetiva opinión, pero extendiéndola como franca recomendación, que se trata de una serie de novelas que contentarían a cualquier lector con mínimas inquietudes intelectuales y carente de prejuicios hacia la utopía.

En cuanto a estructura, como he dicho al principio, se divide en dos tomos, siendo el primero Hyperion, el cual está constituído como una narración en la que el hilo conductor es el misterioso viaje de siete peregrinos, a priori diversos entre sí, que se dirigen hacia el planeta Hyperion Su destino es un enigmático lugar conocido como Tumbas de Tiempo, custodiado por una legendaria criatura, una némesis terrible que evoca al Apocalipsis, a la que se le da el nombre de Alcaudón o Señor del Dolor, que hasta dispone de un culto que le venera: La Iglesia de la Expiación Final". Siguiendo la narrativa de Los Cuentos de Canterbury, dicho viaje no es más que un interludio de las historias de cada uno de los protagonistas: El Cónsul, un burócrata de la Hegemonía del Hombre; Martin Silenus, excéntrico poeta que ha extendido su vida mediante tratamientos Poulsen; Lenar Hoyt, de los pocos sacerdotes católicos que restan en la Red de Mundos; Fedmahn Kassad, veterano militar de una milicia planetaria llamada FUERZA y de vilipendiada reputación; Sol Weintraub, quien viaja con su hija, aquejada del denominado Mal de Merlín, que la hace rejuvenecer en lugar de envejecer; Brawne Lamia, la única representante femenina, detective privado en un degenerado planeta; y Het Masteen, perteneciente a una casta ideológica que aboga por la exaltación de la ecología. En estas narraciones, apasionadas, trágicas, filosóficas, terroríficas o inquietantes, confluye cada género, como si se tratara de una obra coral donde hay cabida para cualquier influencia. Por lo que a mí respecta, en este libro se roza la excelencia literaria.

Por otra parte, tenemos La Caída de Hyperion, el segundo de los tomos, en el que Simmons retoma la trama desde el lugar en el que quedó suspendida, cuando los siete peregrinos llegan a las Tumbas de Tiempo. Esta novela adolece de muchas de las características de la anterior, ya que no se centra en personajes, sino en el contexto que los rodea, haciendo que todo adquiera una inmensa magnitud dentro de los propios acontecimientos. Hay un juego constante con las fluctuaciones temporales, la acción trepidante, el terror que sugiere la constante amenaza del Alcaudón, la intriga política, la batalla espacial y la filosofía robótica, pues en esta novela, el TecnoNúcleo y su personificación material, los Cíbridos, se erigen como protagonistas, junto con los políticos de la Hegemonía del Hombre, donde destaca la Funcionaria Ejecutiva Máxima, Meina Gladstone. A su vez, la Civilización Éxter, que habita más allá de la Red de Mundos, prosigue con su invasión hasta que se desencadenan todos los sucesos, en un clímax final difícilmente equiparable por otros autores.

A modo de culminación, tras haber luchado durante mi farragosa disertación por no incurrir en ningún dato revelador de la saga, he de decir que se trata de una de las lecturas más apasionantes que he disfrutado en mi vida, incluso pudiendo decir que ha cambiado, en ciertos aspectos, mi manera de pensar y considerar situaciones propias y cotidianas.


Y es que, cuando lees un libro, aunque trate la más inverosímil de las ficciones, tu alma se impregna de cada una de sus palabras si éstas te invitan a soñar con vivencias únicas.

lunes, 20 de junio de 2011

Riverside

GÉNERO: Rock / Metal Progresivo

PAÍS: Polonia

DISCOGRAFÍA
Out of Myself (2003)
Second Life Syndrome (2005)
Rapid Eye Movement (2007)
Anno Domini High Definition (2009)

MIEMBROS
Mariusz Duda (Voz, Bajo)
Piotr Grudziński (Guitarra)
Piotr Kozieradzki (Batería)
Michał Łapaj (Teclado)


No es tarea sencilla dotar de palabras a las emociones, cuando éstas afloran de un profundo sentimiento de satisfacción, tristeza, sugestión, desahogo, ilusión, rabia o frustración. Vivir trae consigo esta ineludible carga de sensaciones, que algunos artistas tratan de transmitir en su instrospección, con sus creaciones, siendo fuente de inspiración para las personas que las experimentan. En la música, encontramos un aliado para intensificar estos instantes, dotando de color a un momento en el que sólo podemos ver en blanco y negro, de comprensión cuando nos grita un silencio interior, de lugares a los que escapar sin ser encontrados o de sonidos que se acompasan a nuestros corazones; una banda sonora de cada emoción que caracteriza nuestra vida. Eso es Riverside.


Hace un tiempo indeterminado, llegaron hasta mí, se supone que procedentes de Polonia, pero podría haber venido desde cualquier lugar. Y lo importante es que llegaron, pues cuesta dar con un grupo musical que toque a la puerta de la atención por su originalidad, sin que recurras al recuerdo de otros para explicar lo que puede despertarte. Si bien es cierto que recogen el legado de Pink Floyd, el carácter de Porcupine Tree y el virtuosismo de Dream Theater, son genuinos en lo que hacen. Rock, entre la psicodelia, pues experimentan en la inclusión de otros géneros alejados de los paradigmas; y el progresivo, donde las guitarras siempre son protagonistas con pasajes rítmicos de depurada técnica, pero sin alardes ni excesos de ningún tipo. Música en esencia, que acompaña sin embargar a nuestras emociones.

El punto de partida de la idea que estos músicos querían mostrarle a aquellos que les dieran una oportunidad fue Out of Myself, el primer disco de una trilogía conceptual llamada Reality Dream, que se desarrollará en cada canción en este y los siguientes dos álbumes. Su sonido característico comienza a asentarse, con esas guitarras lentas, pesadas pero acompasadas, que se armonizan con el tono vocal, que oscila entre el susurro y el alarido, según el momento de la canción, denotando un registro admirable. Recrea una atmósfera oscura, pero en absoluto siniestra, perfecta para esas lluviosas tardes de soledad en las que el cielo se pinta de gris. Entre los temas que más me gustan, por no decirlos todos, podrían destacarse la homónima Out of myself, In two minds y el cierre del disco, Ok, que redondea la obra sin cerrarla, para que tengamos ganas de más.


Pero fue en el segundo trabajo, interludio de Reality Dream, titulado Second Life Syndrome, con el que rebasé la frontera del interés hacia el asombro por este, hasta el momento, casi desconocido grupo, que logró impresionarme con lo que fui descubriendo en cada una de sus canciones. La progresión en su idea era clara, pues en este disco se acentúa todavía más el amplio espectro de emociones que quiere abarcar el grupo. Se alternan temas pausados, lentos y de nostálgica belleza, con arrebatos trepidantes, frenéticos y de grandilocuencia, que en algunos momentos hasta parecen incompletos, en sí mismos, pero que se enlazan entre sí a medida que avanza el disco. En el instrumental y vocal, esta montaña rusa de sentimientos se manifiesta del mismo modo, expandiendo el registro en su ejecución, demostrando la versatilidad que posee este grupo. Guitarras impecables, casi es como si quisieran tomar la palabra, pero ésta les es arrebatada por un impresionante Mariusz Duda, su vocalista. Aquí encontramos su pequeña gran obra maestra, Conceiving you, una de las canciones que más me ha marcado en los últimos tiempos, por lo que evoca en mí, independientemente del estado emocional en el que me halle. Asimismo, por remarcar, las deslumbrantes Dance with the shadows y Second life syndrome, un temazo brutal de 16 minutos, que estás deseando que no acabe. Aunque como he dicho, se trata de un álbum coral, ha de escucharse completo, canción por canción, para captar su verdadero significado.


La trilogía capitula victoriosa con el tercer disco de estudio, Rapid Eye Movement, que les encumbró en el olimpo del Rock Progresivo, en el que sientan la cátedra de su propio estilo, sin perder un ápice de fuerza e intensidad, manteniendo ese carácter emotivo, casi intimista, pero con un sonido quizá más experimental, poniendo rumbo directo hacia la psicodelia y la progresión, en el sentido de que cada tema es tejido minuciosamente, desde un punto de inicio cadencioso, casi pasivo, hasta proseguir hacia sonidos enrevesados y profundos. Como en su disco anterior, también hay que entender las canciones dentro de una estructura definida, dividida en este caso en dos partes: la primera, mucho más próxima a sonidos metálicos y la segunda, que decrece en intensidad pero es más experimental. La batería y los teclados cobran un protagonismo mayor, uniéndose a ese virtuoso predominante. En los temas O2 Panic Room y Ultimate Trip se puede apreciar esta diferencia, siendo ambas dos canciones espectaculares.


De su último disco, "Anno Domini High Definition", ajeno a esa concepto iniciático de sus tres primeros discos, se evidencia su estado de gracia creativo, porque a pesar de que casi todas sus canciones son de larga duración, preservan esa técnica, brío y ritmo progresivo que les ha hecho destacar en un género tan incomprendido. Ahora, estas atmósferas emotivas se recrean en el inicio de los temas, que aumentan gradualmente a ritmo de rasgados punteos, atronadora batería, un teclado que ya es actor principal y ese variado registro vocal, que hasta se atreve con pasajes guturales. Pero no nos alarmemos, los trolls se quedarán en las cavernas, por el momento. Me quedo con Hyperactive, que es un auténtico pepinazo de canción y Left out, que se sale un poco de la línea marcada por el resto. Siempre me han gustado las rarezas.


Como las propias emociones, los sentimientos que nos fraguan una personalidad a lo largo de nuestro devenir en esta vida, más efímera o más longeva, Riverside es una opción, de tantas como podrían existir, para que la música hable por nosotros.



viernes, 17 de junio de 2011

Las Pirámides de Egipto

NOTA PRELIMINAR: Redacté este monográfico, hace unos meses, en otro blog que, por lo que parece, ha desaparecido. Así que volveré a compartir esta humilde ínfula historiográfica con todos los que se presten a leerla.

Como estudioso, que no estudiante, de la Historia y apasionado de las Civilizaciones Antiguas, era casi un imperativo abordar una de las cuestiones más controvertidas y problemáticas, en cuanto a la explicación de su creación y, en extensión, a todo cuanto les rodea. Me estoy refiriendo a las Grandes Pirámides de Egipto que, como todo el mundo con un mínimo de cultura general sabe, fueron depositadas por naves extradimensionales propulsadas por motores cuánticos, como legado para la Humanidad de la raza alienígena fundadora de nuestra especie, a la que pertenece Sargón de Akkad, El Profeta Mahoma, Jesús de Nazaret, Osama Bin Laden, Belén Esteban y, probablemente, George W. Bush.

Esta absurda introducción, aunque un tanto exagerada, es la que sostiene mucha gente que habla sobre las Grandes Pirámides de Egipto, ya sea por haberlo escuchado en algún programa de televisión, proclamado por un pretendido experto o encontrado en sus navegaciones por Internet, en páginas de carente rigor científico o histórico. Pero resulta comprensible, puesto que la justificación de que seres extraterrestres son los responsables de la edificación piramidal despierta el morbo y el interés general, mucho más que otros estudios divulgados.

Por esta razón, no voy a profundizar en ese delirio colectivo que se extiende por la Red, ni tampoco lo valoraré, porque es una opinión como otra cualquiera que se pudiera esgrimir. En este breve artículo, lo que intentaré será compartir con vosotros la explicación que a mí me convence, la cual también está sometida a una imaginativa interpretación porque faltan datos, fuentes y vestigios sobre los que pudiera sostenerse. Es por ello que afirmo, a modo de presentación, que ni soy ni aquellos a los que referenciaré, somos poseedores de la verdad absoluta. Así que sólo espero no herir la sensibilidad de ningún ufólogo, parapsicólogo o alien. No me gustaría ser desintegrado.

Para comenzar, es necesaria hacer una puntualización, antes de entrar en materia. Como muchos sabéis, tanto en Egipto como en la América Precolombina, se dio de manera casi contemporánea la construcción de pirámides, en ambos lugares. Este asunto, que también es objeto de controversia, se puede esclarecer teniendo en cuenta que este tipo de construcción, en forma de pirámide, es la más práctica y sencilla para alcanzar altura en unas sociedades en las que los métodos arquitectónicos no estaban aún desarrollados. No olvidemos tampoco que en Egipto, las pirámides tenían un carácter funerario, mientras que en América, eran esencialmente edificaciones religiosas.

Una vez matizada esta cuestión, estamos preparados para retroceder en el tiempo, exactamente unos 4000 mil años hasta encontrarnos en el denominado Período Arcaico Egipcio. Mientras que muchos de los pueblos colindantes todavía estaban inmersos en el Neolítico, el Imperio Egipcio se desarrollaba esplendorosamente. Fue en esta época donde encontramos el origen de las pirámides, en las denominadas Mastabas, que no son más que construcciones de base rectangular, realizadas en piedra y adobe, que se erigían como tumbas faraónicas. La superposición de estas Mastabas fue lo que dio lugar, posteriormente, en el Período Antiguo Egipcio, a las Grandes Pirámides.

MANO DE OBRA: Todos tenemos ese concepto de edificación de las Grandes Pirámides de Egipto, en las que trabajan cientos de esclavos flagelados por malvados supervisores que estaban al servicio del tirano faraón, desde que salía el sol hasta que se ocultaba. Pues bien, se han descubierto indicios, más que fidedignos, de que las pirámides no fueron construidas por esclavos, sino por gentes del pueblo que realizaban estos trabajos, para honrar a su faraón, al cual consideraban una divinidad, pero que eran remunerados por ello. Estos vestigios son restos de comida en los lugares de trabajo, lo cual descarta inmediatamente que estas personas fueran torturadas y vilipendiadas mientras trabajaban.

MATERIAL Y TRANSPORTE: El material utilizado para las pirámides fue la piedra, y ésta era extraída por los egipcios en sus propias canteras, mediante un proceso de medición, nivelado y cincelado de los bloques. La técnica se fue perfeccionando con el paso de los años, teniendo ostensibles mejoras tanto en el tipo de extracción como en el material en el que se fabricaban los cinceles. Esto supuso que se pudiera acceder a piedras de mayor dureza, tales como el granito, que recibían el mismo tratamiento y tendrían una mayor longevidad, en cuanto a su durabilidad en el tiempo. Todo ello está bien documentado, y se nos muestra en representaciones jeroglíficas. Sin embargo, las especulaciones acerca del plasma cósmico empleado por la raza alienígena creadora de la Humanidad siempre será más recurrente.

Tras obtener los bloques de piedra, cincelados o modelados en forma de estatua en las propias canteras, se disponían a ser conducidos al lugar donde debían ser erigidos. En muchos casos, este transporte exigía la participación de varios miles de trabajadores, en acción conjunta con animales de tiro, que tenían que recorrer grandes distancias con la pesada carga. Para ello, contaban con dos vías, siendo la más cómoda la fluvial, sobre barcos de transporte que navegaban el río Nilo. Por otra parte, cuando no se podía recurrir al río, el transporte terrestre era inevitable, y para este menester se han encontrado vestigios de que empleaban vigas dentadas de arrastre o trineos de madera de grandes dimensiones, aprovechando que el terreno, generalmente arenoso, facilitaba el deslizamiento. Qué fácil hubiera sido con el sistema antigravitatorio de la nave nodriza.

TEORÍAS CONSTRUCTIVAS: Este es el origen de la discordia y especulación, que ha dado origen a tantas interpretaciones, variopintas e inverosímiles, puesto que no se documentó de manera clara, ni se ha encontrado resto arqueológico aclaratorio alguno, que ofrezca una explicación clara sobre los métodos empleados para levantar las Grandes Pirámides. A pesar de ello, hay dos teorías que se consideraban las más aceptadas por los investigadores: Teoría de las Máquinas y Teoría de las Rampas.

La Teoría de las Máquinas es la que menos aceptación tiene, y su fundamento se remonta a un texto del historiador griego Heródoto, en la cual se postula que los bloques de piedra eran elevados mediante ingenios mecánicos de madera, a partir de un intrincado sistema de poleas, cabestrantes y elevadores. Otros investigadores y egiptólogos modernos como A. Choisy, H. Strub-Röessler o Peter Hodges se aferraron a esta teoría y la desarrollaron, añadiendo sus propias suposiciones. Pero el resultado, especialmente en la Gran Pirámide de Keops, es inoperante, debido a su altura, pero sobre todo a la peligrosidad que implicaría cualquier método de poleas o cabestrantes, y la imposibilidad de un sistema de elevadores.

La Teoría de las Rampas es, sin duda, la más coherente que he leído, y por lo tanto, con la que estoy de acuerdo. Además, se han encontrado evidencias arqueológicas de su existencia, a pesar de que sigue siendo objeto de interpretación arqueológica. Fue desarrollada por historiadores, arqueólogos y demás egiptólogos contemporáneos, siendo los pioneros en ella F. Petrie, Borchardt, G. Goyon, J.P. Lauer. Estas rampas consistían en dos muros de roca que formaban un terraplén, sobre el cual se transportaban los bloques. Dependiendo de la teoría, estos terraplenes iban rodeando la superficie de la pirámide, paralelos a ésta, para propiciar el ascenso de nuevos bloques de piedra sobre la superficie. A menudo, la rampa se levantaba, prolongándose hasta el propio río Nilo para facilitar el acceso de los bloques. No obstante, en lo que respecta a la Gran Pirámide, este sistema también resultaría ineficaz, ya que las rampas se apoyan sobre la superficie de la propia pirámide a medida que ésta se va construyendo, por lo que exigiría una cantidad de material excesiva. Por lo tanto, se especula con un sistema de tracción mediante poleas, palancas y maderos bajo los bloques de piedra. Pero ésta teoría sigue siendo la más abierta a explicación que en estos momentos existe.

Como conclusión final, sólo quiero aclarar, una vez más, que con esto no pretendo que mi opinión, siempre basada en la investigación de otros egiptólogos, es la única y verdadera respecto a este fascinante tema, como son las pirámides, de la civilización más apasionante que jamás he estudiado, que es la egipcia. Mi vida ha estado regida por la fantasía y la ficción, entre sueños e ilusiones he transitado y para mí, uno de los mayores dones que tenemos es esa capacidad para la imaginación, que es la que nos ha permitido evolucionar/involucionar, según se mire. Al fin y al cabo, poder mirar más allá de las apariencias, hacia horizontes inalcanzables, para hacer de lo imposible una posibilidad. Sé también que pensar en razas extraterrestres y tecnologías superiores alienígenas es mucho más interesante y alucinante que esas sesudas teorías que he expuesto en mi escrito, especialmente cuando ni siquiera se pueden demostrar con suficiente credibilidad. Pero es que estas teorías han sido escritas por personas, por apasionados de Egipto, que han dedicado toda su vida al estudio interpretativo de esta civilización. Y sí, para ello también han tenido que imaginar, soñar despiertos.

Y, no sé vosotros... pero yo creo en ellos.


GARCÍA, GALLO, L. (1978) De las Mentiras de la Egiptología a las Verdades de la Gran Pirámide. Madrid, Mateos.

EGIPTOMANÍA: http://www.egiptomania.com y http://www.piramides.org


sábado, 12 de diciembre de 2009

Blade Runner

Como lágrimas en la lluvia...

No sé por qué me salvó la vida. Quizá en esos últimos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca, no sólo su vida, la vida de todos, mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿cuánto tiempo me queda? Todo lo que yo podía hacer era sentarme allí y verle morir.



Año 2019, Los Ángeles. Una densa bruma, en parte ambiental, pero en esencia viciada por la contaminación latente, envuelve toda la ciudad, que se halla sumida en una eterna tiniebla, donde sólo resplandecen estridentes luces de neón y los faros de los coches flotantes que recorren frenéticamente las angulosas calles. Apenas se vislumbran transeúntes en este artificial paisaje, en el que el urbanismo se ha conducido hasta los límites de la salud humana. Todo lo que parece existir está adulterado por la voracidad tecnológica que engulle cada guiño de lo que podría asemejarse a la belleza natural. Los únicos sonidos que se perciben son enajenadores anuncios pronunciados en un extraño argot que puedes entender, pero no asimilar completamente. La sensación de opresión es angustiosa y sólo puedes contemplar el nocturno cielo y desear que amanezca. Pero no amanece, siempre es de noche. En esta distopía no hay esperanza, no hay ilusiones, no hay sueños. No al menos para los seres humanos. ¿Puede que para otros?

Año 1982. Ridley Scott proyectó la mejor película de Ciencia Ficción que existe y, probablemente, una de las mejores de toda la historia del cine, basada en el relato ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? del genio Philip K. Dick y cuyo nombre, finalmente, fue Blade Runner. Nunca antes se había filmado algo así, no obstante, para sus contemporáneos no fue lo suficientemente buena como para otorgarle unas críticas decentes y obtener una recaudación que se equiparara a la majestad cinematográfica que se acababa de plasmar en el mundo. Tuvieron que pasar años para que se convirtiera en un clásico, para evolucionar a obra maestra y para culminar en una cinta de imprescindible y obligada visualización.


Esta maravilla existencialista se desarrolla en un futuro no muy lejano y totalmente distópico, en el que la tecnología, preludiando de esta manera el cyberpunk cinematográficamente, lo anega todo, sumiendo a la sociedad en un estado de pérfida deshumanización y oscuro pesimismo. En este marco, encontramos una de las creaciones más grandiosas de la ciencia humana, si es que alguna vez se podría realizar algo así: se trata de los Nexus 6 o Replicantes, que son formas de vida sintéticas a las que han dotado del aspecto físico de los seres humanos, pero también, de su comportamiento y la capacidad de tener sentimientos. Más humanos que los humanos, es lo que incluso reza el lema de la Tyrell Corporation, la empresa que se aventura en este adelanto en biotecnología, dentro de la película. Como cabe imaginar, esta invención provoca un profundo debate y un terrible conflicto para la sociedad humana, puesto que estos Replicantes empiezan a rebelarse contra la autoridad que trata de sojuzgarlos y se ordena que sean exterminados por completo (o como justifican en el argumento, A esto no se le llamó ejecución, se le llamó retiro), por el peligro que entraña su existencia. Y éste no es otro peligro que lleguen a sentir mucho más que nosotros mismos, algo que algunos logran, pues se aferran a la vida, se dejan llevar por las pasiones primordiales o abrazan el verdadero amor con mucha más necesidad que sus creadores.

Los encargados del exterminio de los Replicantes son los denominados blade runners, entre los que se encuentra Rick Deckard, el protagonista del film, que está interpretado por el célebre Harrison Ford, en uno de los primeros papeles de su carrera y, posiblemente, el mejor de todos ellos. Deckard es un ser humano, aparentemente, metódico, calculador e inconmovible, cuya única motivación son las órdenes que recibe de sus superiores para ejercer su trabajo, su cacería contra todos aquellos que tratan de imitar a los humanos sin ser tales, distinguiéndolos mediante la prueba Voight-Kampff. En contraposición, y como antagonista, al menos al principio, tenemos a Roy Batty, al que da vida con una extraordinaria genialidad el actor Rutger Hauer, que en este caso sí podemos afirmar que es el mejor rol de toda su filmografía, representando a un androide cuyos sentimientos son arrebatadores e intensos, erigiéndose como la forma de vida más completa de todo el elenco que aparece en esta obra cinematográfica. Por eso lo nombro antagonista con serias salvedades, ya que a medida que se desarrolla la trama, podemos darnos cuenta de que realmente era cierto que los Replicantes son más humanos que los humanos y esta indiscriminada cacería se fundamenta en el pavor que inspira que estos organismos artificiales pudieran llegar a sustituir incluso a los propios seres humanos, que se hallan absolutamente emponzoñados y encerrados en su propia desidia. Esta certidumbre se contrasta en el personaje de Rachael, otra Replicante, interpretada por Sean Young, de la cual se enamora perdidamente Deckard, el teóricamente encargado de acabar con ella y con todos los que sean de su clase que, sin embargo, se siente incapaz de hacerlo por los sentimientos que ha despertado en él, pero especialmente, por las emociones que ella transmite.

También destacan otros personajes, como son el violento y taxativo León Kowalski (Brion James), la juguetona y sensual Pris (Daryl Hannah) y la letal y voluptuosa Zhora (Joanna Cassidy), todos ellos Replicantes, y todos ellos enardecidos con su propia vida y por el deseo de ser como los humanos, que son ideales que no están dispuestos a perder a pesar del empeño de sus inventores. Acompañando permanentemente a Deckard, en multitud de situaciones, aparece la figura del inspector Gaff (Edward James Olmos), que es probablemente el personaje más enigmático de toda la película, que parece que está supervisando todas las actividades del blade runner y sin embargo nos sorprende con sus elaboradas figuras papirofléxicas u origamis y, por encima de todo, con su sentencia final, sobre la cual se pueden realizar infinitas suposiciones, entre las cuales incluso se plantea la posibildad de que el propio Deckard también sea un Replicante: Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?. Otros personajes serían el diseñador de Nexus 6, J.F. Sebastian (William Sanderson) y el creador, el Dr. Eldon Tyrell (Joe Turkel), que nos deleita con una de las citas más inspiradoras de la película, refiriéndose a una de sus creaciones cuando ésta marcha en su búsqueda para pedirle explicaciones por el carácter efímero de su existencia: La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Y tú has brillado con mucha intensidad, Roy.

Pero Blade Runner contiene otros dos elementos que le otorgan ese carácter de obra maestra del cine, siendo uno de ellos su excepcional Estética, que rezuma en cada plano del film, en el que podemos sentir el carácter negro y lúgubre de la ciudad de Los Ángeles, que está durante la totalidad del metraje sumida en una profunda e inextinguible noche, reforzando de esta manera el carácter depresivo y melancólico de la trama, pero principalmente esa atmósfera asfixiante que nos persigue fotograma por fotograma, para crearnos esa imagen de un futuro desalentador en el que se basan las distopías. Incluso el propio director, Ridley Scott, incorporó escenas de otras de sus películas como son El Resplandor, concretamente el único cielo azul que aparece al final y, Legend en los sueños de Deckard con unicornios. Por otra parte, ese otro poderoso elemento diferenciador es la monumental y extraordinaria Banda Sonora del genio compositor griego Vangelis, que se erige como una de las mayores aportaciones musicales al cine, adquiriendo el sustrato legendario que merece por las fascinación en la que te sumerges escuchando cada uno de los temas que decoran sonoramente las escenas de la película, como si se tratara de un cósmico sintetizador y una reinvención de la melodía electrónica, que te transporta hacia los recodos más distantes del universo, entre Orión y las Puertas de Tannhäuser.


Para finalizar esta reseña, bastante pretenciosa he de decir, pues se ha hablado mucho y dilatadamente de esta película desde hace más de 27 años, sólo cabe insistir en que si no se ha visto nunca, se le dé una oportunidad a pesar de que el género de la ciencia ficción o el cine negro, que son los que engloban el argumento, no sean del agrado del exquisito paladar del espectador.
Nos encontramos ante un clásico, pero también ante una verdadera reflexión instrospectiva y filosófica, no sólo existencialista, también vitalista...

.. un vitalismo que se manifiesta en ese deseo por vivir, en ese énfasis por vencer cualquier adversidad y en esa necesidad por alcanzar esa relativa felicidad que todos ansiamos para nuestra vida.

Algo que Roy Batty, Replicante, creado por el propio hombre, sentía mejor que ninguno de nosotros y lamentaba cuando su existencia expiraba... como una lágrima en la lluvia:



Porque... ¿qué significa entonces ser humano?

Yo lo tengo claro.

Es hora de vivir.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Soy Leyenda

No sabía qué responder. No se había resignado aún, ni había aceptado aquella vida. Sin embargo, seguía allí, ocho meses después de que la plaga hubiera aniquilado a su última víctima, nueve meses después que había hablado por última vez con un ser humano, diez desde que acaeció la muerte de Virgina. Allí estaba, sin futuro y sin presente, pero todavía se mantenía en la brecha.

¿Instinto de conservación?, ¿estupidez?, ¿exceso de imaginación?, ¿por qué no se había suicidado al principio, cuando estaba absolutamente hundido?, ¿qué le había llevado a atrincherarse en la casa, instalar un refrigerador, un generador, una cocina eléctrica, un depósito de agua, construir un invernadero, un banco de trabajo, destruir casas aledañas, coleccionar discos y libros, almacenar montañas de latas de conserva, y aun -parecía increíble- colocar un mural?

¿Era la vida algo más que palabras, una fuerza incontrolable que gobernaba la conciencia?, ¿intentaba la naturaleza sobrevivir a pesar suyo?

Cerró los ojos. ¿Por qué tratar de razonar? No había respuesta. Su supervivencia era un mero accidente. Demasiado obtuso, sencillamente, para terminar de repente.


Trata de imaginar. No será complicado. Tan sólo has de realizar una analogía inspirándote en mis palabras. No es necesario que te equipares por completo a ello, ya que puede parecer un planteamiento extremadamente absurdo e inverosímil. Pero se ha producido un cataclismo pandémico, un apocalipsis rotundo, una masacre humana sin precedentes. Y eres el único superviviente a ella, nadie más ha quedado con vida en toda la Humanidad. Nadie más que tú resta en el mundo. Estás a solas en tu existencia, sin contacto con nadie, sólo contigo mismo. Has de mantener la cordura porque, a pesar de todo, deseas sobrevivir. Nuestro instinto de supervivencia es una de las características primordiales, que nos ha hecho evolucionar (o involucionar, según se considere), en el devenir de los milenios. No obstante, por si fuera poco, no basta con que subsistas a esta angustiosa y nefasta vida. Además, has de protegerte de aquello en lo que se han convertido el resto de seres humanos: vampiros. Sin embargo, no los vampiros que puedes imaginar. No se trata del trágico Vlad, ni del Vampiro de Polidori, ni la lasciva Carmilla, ni el misterioso Orlok, ni el elegante Lestat. Mucho menos es un Cullen. Se trata de seres irracionales, indómitos, sanguinarios y antropofágicos. Y te mantienen aislado dentro de tu aislamiento. ¿Eres leyenda?


Richard Matheson
es uno de los más brillantes escritores de la literatura del siglo XX, destacando principalmente en la Ciencia Ficción y el Terror. Esta afirmación se contrasta idóneamente cuando cierras su novela, Soy Leyenda, y te invade una sensación de visionaria iluminación cuando consideras que se ha tratado de una obra que ha servido de piedra angular y punto de partida para tantos otros planteamientos en las artes desde hace más de cinco décadas. Ruego encarecidamente que, durante esta reseña en la que espero no explayarme hasta más allá de la paciencia lectora, no se piense ni un miserable instante en la grotesca, abominable y patética adaptación cinematográfica que se ha realizado recientemente. Esa película NO es Soy Leyenda. Al igual que el resto de intentos titulados como "El último hombre sobre la Tierra", "El último hombre vivo" o "Soy Omega".


El argumento de la obra de Matheson es sencillo, puede parecer predecible y ramplón. Pues se trata, en líneas generales, de la historia de Robert Neville, habitante de Los Ángeles durante la década de los 70 del siglo XX, único supervivencia a una epidemia que ha asolado la raza humana, transformándola en criaturas híbridas entre vampiros y zombies, que sólo pueden transitar durante la noche y que se ocultan en las horas de sol. Pero es mucho más que eso. Muchísimo más. ¿Por qué? Porque es la primera vez que se escribió algo así en la literatura. Por lo tanto, puedo afirmar sin temor que se trata de una de las obras más inspiradoras de toda la historia, al menos de la historia reciente. Son innumerables e interminables las novelas, películas, videojuegos y demás formas de arte relacionadas con esta temática, en la que el planeta se ve sumido en una catástrofe vírica, infecciosa o contagiosa, y sólo unos pocos supervivientes quedan contra un mundo de caníbal subsistencia. A su vez, podemos considerarlo como una reinvención de la literatura vampírica, en la que se da una visión totalmente renovada y distinta de estos seres de romántica tiniebla a la que estábamos acostumbrados. Puede que no guste a los que tienen una concepción idealizada de ellos, pero no se puede negar que es absolutamente original y brillante.


Sin embargo, no sólo se reduce a esta propuesta este sugestivo libro, puesto que también encontramos varios elementos diferenciadores que la hacen totalmente sublime e inestimable para cualquier lector con un mínimo de inquietudes acerca de la ficción narrativa. He hablado de Robert Neville, el protagonista, el único supervivente de la raza humana y como tal, se enfrenta a una vida de soledad, abandono, conservación y tortura. Cada día es un insufrible suplicio para él, en el que rememora cada uno de los recuerdos que tuvo de una vida que ahora se ha esfumado, pero que no hace mucho era la suya. La angustia y la desesperación se perciben en cada página que se va devorando, pues no es similar la certeza de sentirse solo que la total seguridad de que no hay nadie más que tú en este mundo. Esa es la soledad absoluta, la que no carece de esperanza y alivio posible. Asimismo, está completamente rodeado, acechado y amenazado por el resto de individuos que ahora pueblan el mundo y que lo único que anhelan de él es que salga de su parapetado y asediado hogar, para darse un festín con su sangre y sus vísceras.


Entre tragos de whisky y sinfonías clásicas, se va desarrollando el resto de la trama, bastante breve pero lo suficientemente original e intrincada para que nos mantenga aferrados durante la noche de insomnio que dediquemos para leer la novela por completo. Por momentos, incluso se puede vislumbrar cierto arrojo y determinación, ya que nunca se rendirá en la búsqueda de una posible cura para esta afección bacteriológica provocada por una guerra química que ha transformado a sus seres queridos y al resto de humanos en bestiales vampiros. Del mismo modo, los combatirá, tanto de día como de noche, acabando con ellos mientras duermen o resistiendo en su hogar, incluso violentamente, cuando alguien trata de penetrar en sus dominios. Todo ello, ornamentado con las continuas apelaciones al pasado, que es su principal fuente de tormento, cuando evoca el recuerdo de su mujer y su hija. Su única compañía en el curso del relato es un animal, concretamente, un perro, que permanecerá con él y le supondrá un efímero desahogo en esta desasosegante y exasperante existencia.


Pero lo mejor de todo reside en el final, en la culminación a la evolución del personaje, que se va percatando, cada vez con más claridad, de que su papel en el mundo no es el que había imaginado, es algo totalmente distinto a lo que se había figurado cuando se creía el único superviviente a esta hecatombe sin precedentes. Cuando es consciente de que puede que no haya estado actuando con la corrección que pensaba durante este tiempo de resistencia y defensa a ultranza de su propia vida. Manteniendo su cordura relativamente intacta, su recuerdo vivo e intenso y su fortaleza desafiante contra el resto de años que le quedaran en perpetua soledad.


Cuando supo, por fin, que era leyenda.

Y leyenda es, sin género de duda, este libro, al que considero como uno de los referentes imprescindibles dentro de la literatura de terror y de ciencia ficción.

¿Y todavía no lo habéis leído? Puede que sea demasiado tarde cuando os encontréis, sin haberlo planeado, recluídos en vuestro hogar, rodeados por millones de infectados purulentos y sanguinarios por la conspiranoica vacuna de la Gripe A...